Casualidades de la vida, nuestra hija nació el 1 de marzo de 2007, yo soy del 29 de febrero de 1976... si el año de nacimiento de mi hija hubiese sido bisiesto, hubiésemos nacido el mismo día.
El mundo esta lleno de casualidades, son algo que nos alegran el día, a veces nos dan que pensar, pero desgraciadamente no todas las casualidades tienen un efecto positivo, las hay negativas.
La Ley de Murphy existe y lo que en resumen viene a decir es que si algo puede salir mal, saldrá mal. Ahora no son en si casualidades, es simplemente una realidad a la que estamos abocados sin remedio. Si tienes al responsable informático de la empresa aislado y existe un servidor central en la empresa que puede fallar, ten por seguro que fallará durante el periodo de aislamiento del responsable. En concreto fallo este domingo... no hubo daños, salvo los irreversibles daños psicológicos generados al levantar de la cama a los familiares y amigos del responsable un domingo... lo siento Gorka.
Con lo cual tenemos las casualidades y tenemos la Ley de Murphy. Pero existe la tendencia popular de aplicar a todo lo negativo que nos pasa una relación con el pobre Murphy, el típico ejemplo de la tostada. Domingo, que otro día de la semana tienes tiempo para ver una tostada, estas medio dormido y untando de forma automática una tostada con mermelada... un despiste y la tostada acaba en el suelo.
Estadísticamente la tostada tiene las mismas probabilidades de caer salvando la mermelada que estampandola contra el azulejo, aunque algún ingeniero pueda defender que el exceso de mermelada podría modificar el centro de masas y tal y tal... pero como nos gustan los números redondos nos quedamos con la misma probabilidad.
Si tenemos suerte, la tostada cae bien y no tenemos que fregar el suelo. ¿Que hacemos?. Pues la recogemos rápidamente, no vaya ser que se lo piense y haga caso al ingeniero. Le damos un soplido que todos conocemos, cuya enseñanza hemos adquirido de generación en generación, y garantiza la eliminación total y absoluta de los germenes. Y aun con la cara de dormidos nos comemos la tostada.
Si no tenemos suerte, le echamos la culpa a Murphy, pues no estoy de acuerdo. Me diréis que solo ocurre el caso negativo, que vosotros siempre habéis fregado el suelo de la cocina. Perdonarme, pero si hacéis un esfuerzo mental considerable, descubriréis que en algunos casos os habéis comido la tostada... lo que ocurre es que entra en juego la memoria selectiva. Un hecho negativo se graba a fuego en nuestra mente, mientras que el resto pasan prácticamente sin dejar rastro. Por eso creemos a pies puntillas, que la tostada siempre se nos cae del lado malo.
Pero ninguno de los dos casos expuestos, es casualidad. Existe un tercer caso, que la tostada se quede en equilibrio sobre uno de sus lados, eso si que es casualidad. El ingeniero esta en estos momentos que trina, aporreando la calculadora, pero la posibilidad remota de esta opción existe.
Ahora que vemos la vida desde la perspectiva adecuada, podemos achacar todos los fenómenos extraños a la casualidad, a la Ley de Murphy o simplemente a las estadísticas. Pero lo importante es no reconocer que las cosas ocurren porque sí.