Hace unos meses hablaba yo sobre la competencia en una jornada que organizó Instagi sobre cooperación empresarial. En ella me permití mostrar una nueva mirada sobre la “competencia”, y dado que el lenguaje genera realidad, pensé que quizá fuera momento de (re)generar una nueva (realidad) sobre esta palabra que tanto nos puede angustiar.
Cuando empecé a trabajar, hace casi veinte años, no conocía la competencia. Eran años de crecimiento y parecía que había sitio para todos. Hoy la competencia está en nuestro pensamiento diario, cuando miramos internet, las redes sociales, y vemos qué es lo que están haciendo los demás, nuestros competidores. Es difícil leer sin pensar que ellos lo hacen mejor que nosotros, que tienen más éxito, que llegan a más personas. Y en este pensamiento sobre los demás y sus “éxitos”, habitualmente nos olvidamos de quienes somos y qué sabemos hacer (tan bien como nuestra competencia). Así que es buen momento para (re)enfocar(nos).
La palabra “competencia” tiene varias acepciones en la RAE, dos de las cuales dicen lo que sigue:
Situación de empresas que rivalizan en un mercado ofreciendo o demandando un mismo producto o servicio.
Pericia, aptitud o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado.
En esta nueva realidad, podemos valorar la competencia como una oportunidad en lugar de como una amenaza; podemos percibirla desde la abundancia y no desde la escasez; y en definitiva podemos gestar nuevas realidades favorables, idóneas y fértiles.
Y en nuestras organizaciones, podemos (re)conectar con nuestros compañeros y aunar competencias; y podemos generar espacios donde encontrar recursos que nos ayuden a ver oportunidades donde antes veíamos amenazas.
La mirada es la base de este cambio.