Recuerdo cuando escribí el post "Cuando tu padre es tu jefe", que puedes leer aquí, y siendo actualmente un capítulo cerrado, aún veo cómo mi padre en ocasiones actúa conmigo tal y como lo hacía cuando compartíamos espacio de trabajo.
Con esta premisa, no me extraña pensar así a bote pronto, que la manera en que mi pareja y yo nos relacionamos en nuestro ámbito laboral, es un reflejo de lo que ocurre en nuestra vida personal.
Conozco a parejas que comparten negocios, algunas de manera próxima y otras por las redes, y me pregunto si para todas ellas es complicada esta manera de compartir los espacios privados y los laborales. Para mí lo es, y mucho, y por eso comparto contigo esta reflexión. Quizá estás en la misma situación y puedes contarme cuál es tu vivencia. Aunque suelen decir "mal de muchos, consuelo de tontos", yo digo "mal de muchos, mayor posibilidad de aprendizaje".
Está claro que lo que cada uno de nosotros es en esencia, ese traje invisible con el que nos vestimos, es el traje que utilizamos para movernos por todas las áreas de nuestra vida. Un traje en principio sencillo, que vamos adornando o llenando con diferentes complementos en función del sitio al que vayamos. No utilizaríamos el mismo traje si vamos a la piscina que si vamos a la oficina, por lo tanto aquello que nos hace falta para estar en un sitio u otro, es aquello que colocamos sobre nuestro traje esencial.
Y a estos complementos, los podemos llamar recursos, aprendizajes, carácter, dinámicas, todo eso que desplegamos para poder estar y ser coherentes con el espacio que habitamos en cada momento. Con lo cual, nosotros siempre somos la misma persona, con la misma esencia, aunque varíe nuestro atrezzo, y por tanto utilizamos las mismas herramientas, las mismas dinámicas para actuar en un sitio o en otro.
Entonces, mi pareja y yo nos relacionamos de la misma manera estando en casa o estando en el trabajo. Seguro que no es así de sencillo, porque nada lo es, pero esta premisa puede servirte para entender cómo son las cosas si tu pareja es tu soci@.
Si recuerdas cómo fue el inicio de vuestra relación laboral, quizá te des cuenta (yo lo hago) de algunas actitudes que te sorprendieron, algunas maneras de hacer las cosas, algunas decisiones incluso. Todo desconocido para ti, porque el atrezzo que utilizaba en casa no era el mismo que en el trabajo. Y no es que estos complementos los haya adquirido para trabajar contigo, los tenía guardados, igual que los tenemos todos, algunos llegan de serie y otros los vamos tomando a medida que crecemos. Y todos los vamos utilizando cuando nos empiezan a hacer falta.
Me pregunto, ¿cómo gestionar esta situación? Te doy algunas claves que quizá puedan ayudarte.
1. Negocia y pacta con el otro aquello que necesites para sentirte cómod@ en ambos espacios, laboral y personal. Hablar y conversar para mí es primordial. Es la única manera que conozco para saber qué piensa el otro, qué quiere, qué necesita, y es el primer paso de una buena negociación, conocer qué quieres tú y que quiere él/ella.
2. Los espacios físicos tienen mucho más poder sobre nosotros de lo que creemos, así que es importante tener un espacio para trabajar y otro para convivir. Si no es posible porque trabajáis en casa, buscad conjuntamente un espacio de trabajo que os haga sentir cómodos, y pactad que sólo se trabaja en ese lugar. Si no tenéis un espacio exclusivo, entonces te sugiero que busquéis espacios mixtos, en los que poder trabajar y después habitar, y aquí es importante excluir espacios de intimidad, como el dormitorio común.
3. Y los espacios físicos me llevan a los espacios temporales. Acordad un horario de trabajo. Si rendís de manera diferente, podéis pactar tiempos en solitario y tiempos en común. Y por supuesto, no es bueno hablar de trabajo fuera del horario de trabajo, porque si ya la convivencia en pareja puede ser complicada, lo es más si no dejas espacio para que haya conversaciones personales o íntimas.
4. Elegid cómo vais a tomar las decisiones de vuestro negocio. Cómo vais a desempatar cuando cada uno quiera algo diferente. Aquí sois como un equipo de trabajo, y los equipos acuerdan cómo tomar sus decisiones y quien va a desempatar cuando no haya acuerdo.
5. Tomad roles diferentes, haced trabajos diferentes. Es más sencillo hacer el trabajo tú y luego pedir opinión y modificar si es necesario, que estar constantemente pidiendo opinión. Es agotador y te quitará mucho tiempo para hacer otros trabajos, o para disfrutar de tu tiempo de ocio.
6. Confía en el otro. Es quizá lo más complicado, al menos para mí, pero piensa que el negocio es tan suyo como tuyo, y seguramente va a querer que sea un éxito, al igual que lo quieres tú. Las estrategias, las decisiones, los caminos, no siempre son acertados, pero siempre sirven para algo. Así que relájate y confía.
Puedes contarme cómo son tus relaciones personales y laborales, dejando un comentario más abajo.
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