Es una acumulación de haces de luz. Haces en continuo y perpetuo movimiento y cambio. Ilimitado en tiempo y en espacio. Solo podemos encuadrar una zona del mundo y tomar consciencia de una diminuta parte en el instante actual y maravillarnos de su forma. Todo el entorno influye en todo lo demás. Las dinámicas concurrentes se entrelazan y refuerzan. Atraen más haces que se transforman y acaban soltando para dar lugar a nuevos nudos, nuevas situaciones y confluencias. Todo es uno, todo se interconecta aunque nos sea imposible visualizarlo. Todo se transforma alimentándose del propio mundo. Nada es por si mismo. Nada supera a otra parte. Todo se desequilibra, para reequilibrarse con el fin de volver al desequilibrio. Lo inmutable no cabe en el mundo, es nuestra construcción mental para conceptualiza la seguridad y garantía que como tales tampoco existen. Somos en relación a otros. Dejamos de ser gracias a otros. Fluimos desde y hacia el infinito.